Los muchos niños interiores que habitan en nosotros
En cada persona viven múltiples niños interiores, tantos como experiencias y formas de mirar el mundo. Algunos de los más comunes son el niño mágico que imagina, el ilusionista que crea, el herido que teme, el amoroso que espera y el profético, que busca que su historia se cumpla. Estos son solo ejemplos; en realidad, hay tantos niños interiores como personas en el mundo.
El niño profético suele nacer en un momento de impacto emocional. Cuando algo dolió demasiado, creó una verdad interna: “Así son las cosas, y el tiempo me lo demostrará.” Desde entonces, intenta confirmar esa interpretación para dar sentido a lo vivido. No lo hace por testarudez, sino por lealtad a su experiencia.

niño profético
Las heridas de la infancia que crean profecías
Las heridas de la infancia a menudo se transforman en profecías emocionales: narrativas inconscientes que tratamos de verificar una y otra vez. El niño profético no busca tener razón por ego, sino por coherencia. Si sintió abandono, anticipará pérdidas. Si vivió rechazo, leerá desamor en los silencios. Y así, la historia se repite, aunque cambien los rostros.
Como explica Joan Garriga, este niño “necesita que su narrativa se cumpla”. Pero mientras esa profecía siga activa, seguimos girando en torno al pasado, en lugar de crear algo nuevo en el presente.
Sanar al niño profético: un proceso, no una frase
La sanación emocional no ocurre por repetir una frase o visualizar un abrazo interior. No es magia ni autoayuda exprés. Es un proceso profundo y sostenido que puede llevar años de autoconocimiento, comprensión y acompañamiento consciente.
Mirar al niño profético implica detener el impulso de culpar y empezar a sostener la propia historia. Significa ver cómo repetimos los mismos patrones, reconocer cómo nos protegemos del dolor y, aun así, elegir seguir mirando con honestidad.
El abrazo simbólico no soluciona nada por sí solo; es el inicio de una nueva relación con uno mismo. Un compromiso de presencia, paciencia y ternura que transforma lentamente la herida en comprensión.
Crecimiento personal y libertad interior
El crecimiento personal no consiste en corregir al niño interior, sino en integrar sus múltiples voces. Cada una guarda una enseñanza: el niño mágico aporta creatividad, el herido sensibilidad, el profético consciencia. Escucharlas sin juicio nos ayuda a vivir desde la madurez, no desde la repetición.
Comprender al niño profético no es un acto instantáneo, es un camino de años, de caídas y revelaciones. Pero cuando finalmente logramos mirarlo sin miedo, deja de anunciar tragedias y empieza a anunciar posibilidades. Lo que antes fue una profecía de dolor se convierte en una poesía de consciencia, nacida de un proceso real y transformador.
¿Cómo seguir este camino de consciencia?
Si sientes que el niño profético o alguna otra parte de tu niño interior sigue repitiendo viejas historias, te invito a explorar este proceso en un espacio terapéutico seguro. Podemos trabajar juntos para reconocer esas profecías, comprender su sentido y abrir espacio a nuevas posibilidades.
Agenda aquí una sesión gratuita, y sin compromiso, de 30 minutos conmigo y empecemos a dar forma consciente a tu propio camino de sanación.
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Puedes ver a Joan Garriga en este vídeo de Youtube.