triangulación parental

Triangulación Parental

La Triangulación Parental.

Hay varias formas de triangulación. Las hay en el ámbito familiar, laboral y de relaciones de amistad. Una de las triangulaciones más comunes en el ámbito familiar es la parental. Por supuesto que también hay otras formas de triangulación en el sistema familiar y se presentan con frecuencia, pero quizá la más común sea ésta.

Empecemos por describir qué es una triangulación.

La triangulación se produce cuando un miembro del sistema necesita un aliado en contra de otro miembro del sistema, bien sea para desahogarse o para conseguir aliados frente a un problema.

Por ejemplo, Pablo es pareja de María y busca a Enrique, un amigo de ambos, como cómplice para desahogar sus problemas maritales. Consiguiendo que Enrique empiece a sentir cierta antipatía por María y no la frecuente como antes. Así que Enrique apoya a Pablo y le da la razón sobre el problema que tiene con María.

Otro ejemplo podría ser cuando hay problemas de herencia entre hermanos. Supongamos que José y Ana, que son hermanos, no llegan a un acuerdo sobre un objeto que no ha quedado en el testamento de sus padres, pero ambos lo quieren. El tercer hermano es Pedro, que no está interesado en dicho objeto. José comienza a compartir con Pedro los problemas que tiene con María con la herencia y cómo ella se posiciona ante el asunto. Y consigue así, poco a poco, convencerlo de que él tiene más derecho sobre el objeto de la herencia que María.

No siempre se busca un aliado CONTRA otro miembro del sistema. También puede ocurrir que un miembro busque a un tercero por ausencia de otro miembro a modo de soporte o de compañía. Esta es la situación más habitual en la triangulación parental.

Veamos un ejemplo de Triangulación Parental.

Es frecuente encontrar que un hijo o hija triangule con los padres. Puede ser por diversos motivos y no siempre sea porque uno de los progenitores necesita un aliado que se posicione en contra del otro.

Los casos que más nos hemos encontrado en constelaciones familiares han sido cuando uno de los progenitores se encuentra ausente del sistema. Esa ausencia puede ser física.

El padre fallece a temprana edad.

Cuando el padre fallece a temprana edad. A veces ocurre que la madre pierde su lugar de progenitor y busca un aliado para suplantar al padre. Un hijo, o hija, buscará colocarse en el sitio que le corresponde el padre. Este movimiento inconsciente del hijo o hija trata de quitar el posible dolor, o soledad, que siente la madre. Es lo que llamamos un amor ciego. El hijo o hija por amor ciego a la madre, por un amor infantil de arrogarse la posibilidad de quitar el dolor a la madre, se coloca como amigo, bastón, columna o soporte de la madre.

La madre fallece en el parto.

El hijo o hija que ha nacido en ese parto se siente responsable de la muerte de la madre y ocupa el lugar dejado por ella para paliar de alguna manera la culpa que siente. También puede ser que el hijo o hija mayor se haga cargo de la familia. Ocupando así el lugar de la progenitora que no le corresponde.

Al igual que en el caso anterior aunque menos frecuente, la madre muere tempranamente (aunque no sea en el parto) y un hijo o hija ocupa su lugar para cuidar del padre y, posiblemente, de los otros hermanos.

Separación física: separación o divorcio.

En la separación o divorcio los hijos son usados por uno o por los dos progenitores como moneda de cambio o como elemento de manipulación.

Uno de los progenitores se encuentra emocionalmente ausente.

Son los casos más comunes: Ausencia Emocional del Progenitor. Estos casos son muy diversos.

Uno de los progenitores mira a otro lado, bien sea porque atiende su necesidad de trabajar, su necesidad de soledad, porque piensa en un amor anterior que no pudo ser, por la muerte de algún padre o madre propios (abuelos), por adicciones, por traumas sistémicos como abortos, emigraciones, muertes trágicas de otros miembros del sistema, muertes tempranas de hermanos o de otros hijos, suicidios…

Un progenitor necesita un aliado.

En estos casos de triangulación uno de los progenitores necesita un aliado. Uno de los progenitores usa a un hijo o hija para compartir sus problemas maritales. Convierte así a su descendiente en cómplice de sus problemas. Consigue que ocupe la posición del otro progenitor. Un compañero o compañera de vida.

Por ejemplo:

  • María necesita compartir sus problemas maritales con su hija o hijo porque no cuenta con nadie más para hacerlo, o eso es lo que siente y cree. Pedro, su marido, no es el hombre amoroso con el que ella había soñado.
  • El padre busca a una compañera de vida más parecida a su propia madre y no la consigue en su mujer. Comparte con sus hijos lo difícil que es relacionarse con ella y hace cómplice a algún hijo o hija para que ocupe el lugar de su mujer.
  • La mujer está ausente por motivos no resueltos de su pasado y el padre busca una nueva compañera o compañero en alguno de sus hijos o hijas.
  • La madre constantemente se burla de su marido por sus olvidos, confusiones o por su mal genio, por su forma de ser o de afrontar las dificultades, da igual la razón que sea. Los hijos aprenden a colocarse como «colegas» de la madre y de menospreciar al padre con las burlas o chistes de su mal genio, por ejemplo.

Como vemos el primer movimiento que ocurre es cuando uno de los progenitores se ausenta ya sea física o emocionalmente. Entonces el hijo, o hija, ocupa un lugar que no le corresponde al lado del progenitor «que se ha quedado solo».

Luego tenemos el progenitor que busca un aliado o cómplice en uno de sus descendientes. Éste pierde su lugar de hijo ocupando el lugar del progenitor.

¿Qué ocurre en los hijos?

Lo que suele ocurrir es que los hijos se colocan por encima de los progenitores. Se arrogan la posibilidad de calmar el dolor de uno de los progenitores o que piense que son «mejores» que el progenitor «malo», el que los abandonó, el que no los atendió, el que les hizo sufrir, el que no da la talla, etcétera.

Nosotros como padres.

La triangulación es compleja y las situaciones son muy variadas. Las relaciones con los hijos ha de ser de padres y no de amigos, ni confidentes o compañeros de vida. Los soportes han de ser los padres para los hijos y no los hijos para los padres. Pensemos que indistintamente la edad que tengan nuestros hijos, estos siempre son los pequeños. Es una relación que jamás podrá ser de igual a igual, puesto que hay una jerarquía que ha de respetarse. Esto es, que los padres son los que han llegado primero al sistema y no al revés. En la jerarquía es donde reside el respeto tanto ascendente como descendentemente.

Nosotros como padres, y gestionando nuestras emociones como adultos, entendemos que nuestras dificultades de pareja, solamente nos pertenece a nosotros y no ha de ser compartido con nuestros hijos. Con la gestión emocional como adultos podemos salvar nuestras diferencias maritales sin buscar a terceros para sentir que tenemos la razón o que somos mejores que nuestro cónyuge. Si nos sentimos especiales menospreciando a otro miembro del sistema, o usando a nuestros hijos para sentirnos mejor, es suficiente para entender que estamos perdiendo nuestra posición como padres.

Al perder nuestra posición en el sistema familiar como padres, podría ocurrir que nuestros hijos no tengan la posibilidad de tener una vida plena. A veces es suficiente tener una predisposición a una enfermedad mental o física para que esta dinámica familiar sea el detonante de dicha enfermedad.

Nosotros como hijos en la triangulación.

Nuestra posición de hijos suele ser igual de complicada que la de ser padres. Al contrario de la segunda, como hijos pensemos que somos los pequeños en la relación paternofilial. No soy cristiano, pero el cuarto mandamiento «Honrar a tu padre y a tu madre» tiene mucho sentido en la sistémica. Añadiría a ese mandamiento la siguiente frase: «para tener una vida más plena».

Si hay dudas de cuál es nuestra posición como hijos, pensemos lo que realmente significa honrar a una persona. Si podemos entender lo que significa honrar a nuestros padres, tomarlos tal y como son y han sido, habiendo hecho lo que hicieron o, por el contrario, lo que dejaron de hacer, descubriremos cuál es nuestra posición de hijos. Sabemos que no es fácil y que nos llevará algún tiempo, pero con trabajo personal es posible conseguir la posición en nuestro sistema familiar y, con ello, nuestra posición más adecuada en la vida.

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Muchísimas gracias por leer este artículo.

Categorías: Dudas

leedecaires

Terapeuta Sistémico. Constelador Familiar y Sistémico. Pareja, Familia, Salud Sistémica. Sesiones individuales y grupales tanto presenciales como online. Empresario Consultor Sistémico de Empresas Familiares y Autónomos. Blogger y Vlogger de viajes Trabajo de investigación: Técnicas Sistémicas aplicadas a las Artes Escénicas y a la Escritura Creativa de Ficción: Teatro, Cine, Televisión, Novelas, Cuentos, Guiones de Cine y Televisión, Libretos de Teatro y de Ópera, Danza, Música, Canto.

1 comentario

El caso de Ada. Tomar a los padres. 1ª parte - LEE DE CAIRES · 14 de noviembre de 2022 a las 01:36

[…] duda alguna la Triangulación Parental, no ocupar los sitios que nos corresponden en la familia, tratar a nuestros padres como nuestros […]

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