Este es un artículo que he publicado en el Magazine de La Asociación Transpersonal Iberoamericana.
Según la Teoría General de Sistemas, un sistema familiar (o cualquier otro, pedagógico, organizacional, etcétera) cumple con los requisitos para que se le considere un sistema. Por lo tanto, ya podemos intuir a grandes rasgos cuánto de transpersonal hay en la Psicología Sistémica. Para hablar de Constelaciones Familiares es imposible hacerlo sin mencionar a Bert Hellinger, el creador de las constelaciones familiares. Hellinger hace una aportación muy importante a la psicología sistémica. Habla de Los Órdenes del Amor. Son tres:
- Todo integrante de un sistema tiene derecho a pertenecer al sistema.
- Orden Jerárquico de llegada (en el sistema familiar es por nacimiento).
- Equilibrio entre el dar y el tomar.
Si alguno de los miembros de un sistema no cumple con ellos, el sistema intenta reordenarse. Así, en la sistémica, una situación no asimilada por parte de uno, o más, de sus miembros y, por lo tanto, del sistema, podría cambiar el sistema sin saberse las consecuencias que puede acarrear en un futuro. Se trata de la Teoría del Caos. Pongamos un ejemplo real para verlo más claramente, un caso que constelé hace unos días: La demanda de la cliente trata sobre una relación amistosa/sexual que tiene con un hombre desde hace varios años, sin ningún compromiso por ambas partes, pero que por “momentos” siente que quiere tener un compromiso. En el relato de los hechos significativos de la familia, la abuela materna comentaba algunas veces el gran error que cometió habiéndose casado desde muy joven, sin poder realizarse en aquellas áreas que quedaron a un lado por la responsabilidad familiar y marital. La cliente por su implicación con su abuela materna, por su gran amistad con ella, inconscientemente, dice: “Abuela por amor a ti, voy a quitarte la carga que llevas. Voy a vivir la vida que no pudiste tener.” En la constelación, la representante de la cliente dejaba de “jugar” con el representante de su amigo e iba a los brazos del compromiso. Imagen que a la cliente le molestaba profundamente porque, según nos dice, “huyo del compromiso” —recordemos que estaba en la constelación porque quería ver algo de la falta de compromiso que tenían “ambos”–. Como hemos visto la cliente se sentía atraída conscientemente a una vida sin compromiso, sin rendir cuentas, “tú, tu vida y yo, la mía”. Pero la imagen interna mostrada en la constelación era la de abrazarse al compromiso. Este caso tiene que ver con el segundo Orden del Amor: El de la Jerarquía. Donde un integrante más joven se arroga el poder de llevar la vida que un miembro mayor no ha podido tener. En este caso la cliente se “coloca por encima” de la abuela para hacerse cargo de la vida que ésta no pudo tener. Podemos decir que para ocupar el lugar que le corresponde se empezaría por comprender y respetar el destino del otro. Y hacer ver la situación: “Abuela por amor a ti, vivo la vida que no pudiste tener. Así intento quitarte el peso que llevas”. Sin embargo, hasta que la cliente no dijo la frase: “Abuela, mírame con buenos ojos si yo lo hago diferente”, hasta ese momento, los representantes de la constelación no sintieron la liberación de un peso que oprimía. Era algo que estaba en ebullición, una intranquilidad inconsciente. Se trata de tener el permiso para poder hacerlo diferente. En este caso la cliente conoce a la abuela y se llevan bien, “somos amigas”. Sin embargo, se ha podido ver en otras constelaciones que los clientes tienen una implicación con miembros que no conocieron. Esto nos hace pensar que el sistema y sus leyes están por encima de nosotros. ¿Cuánto de consciente hay en la vida que queremos llevar? Es muy frecuente ver cómo el área de trabajo en la vida de una persona está directamente relacionada con un desorden de su sistema. No sólo se ven afectados los sistemas familiares por estos desórdenes, también todos los demás sistemas del ámbito de la sociedad: el Pedagógico, Organizacional y Social, todo grupo de personas reunidas con intereses en común generan un sistema, contenido en otro sistema, contenido en otro, etcétera. Es por ello que se habla de algo mayor que nosotros. Personalmente, lo defino como El Gran Sistema que los contiene a todos. No es otra cosa que LA VIDA, en mayúsculas, como la grande, el sistema mayor. Es imposible no acordarse de mi maestro Joan Garriga al hablar de la vida. Él dice que la vida es creativa para hacernos entender lo que necesitamos entender y que no se deja burlar por nuestras intenciones. ¿Cuántas veces nos ponemos a echarle un pulso a la vida? Queremos que se cumpla lo que deseamos, como lo deseamos y hasta cuándo lo deseamos. Sin embargo, esos deseos, como ya hemos visto, puede que no se deban a lo que realmente queremos internamente. Quizá estamos movidos en cumplirlos por una implicación con otro miembro del sistema, por una exclusión saltándonos el primer orden del amor, o porque estamos en desequilibrio con el dar y tomar o quizá por todo ello junto. Si también nosotros formamos un sistema con nosotros mismos, ¿entonces qué pasa cuando excluimos un sentimiento o cuando nos creemos mayores que nuestra propia vida? La vida nos recuerda que el sistema mayor es ella y es la que contiene todos los demás sistemas. Comprender que hay un orden mayor que nuestro ego nos tranquiliza, nos moviliza a confiar porque en la vida está todo lo que necesitamos. Quizá seamos nosotros los que entorpecemos a la vida en su quehacer y, posiblemente, dificultamos que lo haga por el camino más corto o quizá por el camino menos traumático. Nosotros ahí, en el mejor de los casos cuando no estamos peleados con nuestra propia vida, le echamos un pulso. Es absurdo predecir quién ganará, porque ya lo sabemos.
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Artículo de la Asociación Transpersonal Iberoamericana en el Magazine número 5 del 2020
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